Spiderman

Sus tenis,
gastados y cansados,
pisaban destino marcado.
Sus ojos se abrían 
como castañas en otoño,
ávidos de números,
colores, palabras.
Su profesora sonreía
y le abría la puerta 
del mundo nuevo,
del viejo mundo,
para que siguiera 
caminando,
con zapatos rotos,
con paso firme,
con pecho lleno.

Comentarios

  1. Son los buenos profesores
    esa horma del viejo mundo,
    con sus viejos valores,
    que ajusta los zapatos
    que los hombres grises
    venden a los niños pobres...

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